Soy una mujer afgana en Kabul que trabaja para una ONG occidental y me siento olvidada
Solía creer que, en caso de que llegara lo peor de lo peor, la ONG me protegería. No he salido de mi hogar en los últimos dos días. Ni siquiera me acerco a la ventana. Me siento como una prisionera. Ya he perdido mucha libertad y temo que perderé...
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