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Rina Montt: “Falsificaron mi firma, amenazaron de muerte a mi hijo… El caso Spiniak arruinó mi vida”

Por Laura Landaeta - 11/12/2020 - 06:00


Rina Montt.

La psicóloga que trabajó junto al juez Daniel Calvo en la primera etapa de este bullado caso de pedofilia y prostitución infantil alza la voz para acusar a quienes, según ella, arruinaron su vida sólo porque algunas personas pensaban que sabía más de lo que en realidad sabía, todo por haber tenido contacto con los menores denunciantes de la red pederasta.


Rina Montt fue protagonista de uno de los enredos judiciales más complejos del último tiempo: el caso de la red de pedofilia de Claudio Spiniak donde se acusó que un selecto grupo de la elite chilena abusaba de menores de edad en situación de calle en verdaderos bacanales, donde abundaban las drogas y el alcohol.

El año 2008, México le dio refugio humanitario luego de que la sicóloga pasara un periplo por tribunales; acusada, entre otras cosas, de falsificar documentos, testimonios y dirigir las declaraciones de las víctimas de este caso.

La amenazaron a ella y a su hijo menor, quien tenía 9 años cuando lo llamaron para decirle que lo matarían. Le robaron el auto, su computador, la acusaron de loca y, además, acusa que falsificaron su firma en informes que fueron usados para deslegitimarla profesionalmente.

Hoy, Rina alza la voz para contar detalles de ese oscuro período en su vida. Dice que busca justicia y habla con INTERFERENCIA motivada por el reportaje en el cual este medio devela que el ex carabinero Gonzalo Alveal Antonucci es en la actualidad agente de operaciones de la Agencia Nacional de Inteligencia (ANI). Aquella revelación asegura que es un tema que no logra comprender pues asegura que fue precisamente Alveal Antonucci quien falsificó los documentos con los que la incriminaron. La Razón: deslegitimarla, pues fue ella quien conoció de primera fuente el relato de una de las víctimas de esta red de prostitución infantil y pedofilia. (Revise acá el artículo de esta redacción).

¿Cómo se llegó a involucrar en el caso Spiniak y de qué manera se fueron sucediendo los hechos?

- Cuando comenzó el caso Spiniak, yo era la coordinadora de la unidad de crisis, que fue creada el 15 de septiembre de 2002. El ministro de Justicia me nombró a cargo de esa unidad que asistía todas las denuncias donde estaban siendo vulnerados derechos de jóvenes y niños.

¿Cómo llegan a uss manos los antecedentes del caso?

- Llegaron unas denuncias de una supuesta víctima, que finalmente era víctima y proxeneta. Lo atendió una de las personas que estaba a mi cargo, me reservaré ese nombre. Se trataba de José Alegría. La directora del Sename regional, Ana María Latorre, en mi ausencia; le ordeno a las funcionarias de la Unidad atender a este joven. Yo en ese tiempo estaba fuera, con licencia médica. Al volver me ordena Delia del Gatto ponerme a disposición del juez Calvo. Era la primera vez que me ordenaban algo así. Le pregunté al juez cuál era mi misión y él me dijo “usted va a ser el nexo entre los jóvenes denunciantes y yo. Usted no puede entrevistar, evaluar, interrogar, ni nada. Solo debe llevarlos al tribunal”. Y eso hice.

¿Y qué pasó entonces?

- Yo fui a buscar a un joven a Talca y a varios otros lugares. Estuve con muchos niños, pero no les hablaba, simplemente los trasladaba al juzgado.

Pero hubo una razón por la cual comenzó la persecución en su contra, ¿habrá escuchado algo de algún menor que pusiera en riesgo a gente poderosa?

- La verdad, yo la única persona con la que hablé fue con Gema Bueno y lo hice antes de que me designaran trabajar con el juez Calvo.

¿Gema Bueno, la joven que acusó a dos políticos y luego se retractó?

- Claro. Delia del Gatto estaba fuera del país y le dice a la jefa de la unidad jurídica que tengo que ir a hablar con Gema Bueno, que en ese tiempo estaba en un centro de rehabilitación de droga. El Sename era en ese entonces casi una institución militar. Delia decía que no se movía una hoja sin que supiera. Así que me dirigí a Peñaflor, me hacen pasar y veo una niña más bien gordita, la única mujer. Empezamos a hablar y ella me dice que estuvo en las fiestas de Spiniak y se arrancó. Le pedí sus datos y me doy cuenta que, al momento que la estaba entrevistando, ella ya era mayor de 18 años. Le dije que no podía entrevistarla porque ya no era una menor. Hice un informe y le digo a Delia que no podía hacer esa entrevista porque ella era mayor de edad. Dos días después, Delia del Gatto me pide que me ponga a disposición del juez para trabajar en ese caso.

¿Y qué le dijo Gema Bueno? Imagino que ahora ya puede comentarlo.

- Gema Bueno me habló de las fiestas de Spiniak.

¿Le mencionó a Jovino Novoa?

- No, ella no habló de Novoa. Ella me nombró a Nelson Ávila, pero como era mayor de edad, no seguí preguntándole más

¿Le mencionaron a figuras públicas que participaban de esas orgías?

- Sólo a Nelson Ávila por su nombre. Tenía que llevárselos al juez, no les hablaba mucho. Así es como me mandan a buscar una menor a La Serena, y la encontré, pero luego se me desapareció. Entonces volví a Santiago a entregar esa información en un informe y me entrevisté con el ministro, y cuando le cuento lo sucedido él me dice que se va a tomar unos días de descanso porque lo andan persiguiendo y acosando. Me cuenta que lo estaban extorsionando. Me dijo textual “yo no sé si quieren matarme o que me mate”. Y yo quedé impactada… Ahí se acabó mi participación en el caso Spiniak. El ministro fue cambiado y yo no seguí trabajando más en él.


“Ponía la parte de sus genitales muy cerca de mi cara”

Conocido fue entonces el rol de Gonzalo Alveal Antonucci como investigador policial de la magistrada Domínguez, participando de amenazas a periodistas y personas ligadas al caso. Incluso, en un reportaje anterior de INTERFERENCIA, Esteban Infante, también investigador de la magistrado Eleonora Domínguez en una de las aristas del caso Spiniak, acusó a Alveal de haber escondido videos en los cuales aparecían imágenes comprometedores de personalidades públicas. Alveal desapareció de la vida pública en los años posteriores a esta denuncia hasta que hoy es nuevamente conocido su paradero como operativo de la ANI.

El juez Daniel Calvo, que trabajó con Rina Montt en las primeras diligencias investigativas de esta red de prostitución, fue extorsionado por un joven prostituto gay quien lo acusó de tener una doble vida, e incluso fue grabado saliendo de un sauna gay, imágenes que aparecieron en la prensa; razón por la cual fue destituido de la investigación luego de muchas presiones para ser sacado de ésta. El caso fue tomado por otro magistrado y, con ello, Rina Montt también abandonó la causa.

Sin embargo, fue ahí cuando comenzó su mayor problema.


Públicamente fue muy desacreditada en los meses posteriores a la salida del juez Calvo de esa investigación.

- Sí, me acusaron de sedición con astucia, de falsedad en declaraciones, que hice mentir a los niños, que yo no era sicóloga... Un montón de cosas que provenían de Nelson Ávila y del abogado de la UDI. Falsificaron mi firma, me acusaron de ejercicio ilegal de la profesión, de manejar testimonios, amenazaron de muerte a mi hijo… El caso Spiniak arruinó mi vida.

Pero, ¿por qué abandonó la causa?

- Me comunicaron que el ministro Sergio Muñoz solicitó que yo saliera de la causa. Pero después me enteré que eso no era así, pues el ministro Muñoz me dijo frente a todo el pleno de la corte que él no solicitó jamás que me sacaran de la causa, aunque a mí me lo señalaron desde el Sename, pues presuntamente él se lo había dicho a Delia del Gatto.

¿Cree que Delia del Gatto mintió?

- La verdad todo era muy raro. Es probable. Este tema siempre fue confuso y había mucha gente interesada en él. Fue muy mediático y todo el mundo quería saber quién había estado en esas fiestas. Antes de esa reunión con el ministro Muñoz, yo tuve que ir a hablar con el ministro del Interior, José Miguel Insulza, tuve que ir con Loreto Ditzel a esta audiencia a las 8 de la noche. Llegamos y estaba el señor Insulza acompañado del ministro Bate. Entonces, el señor Insulza me dice: “Rina, ¿qué sabe usted de esta causa?” y yo le digo, “ministro, no sé más que lo que saben los diarios”. Nunca tuve opción de ver el expediente. El ministro Bate le dice a Loreto Ditzel que no está de acuerdo con cómo se lleva la causa mediáticamente, pero el ministro Insulza me dijo que me quedara tranquila y si tenía algún problema se lo hiciera saber.

Le dio garantías de seguridad en medio de las amenazas al juez Calvo.

- Claro, pero al poco tiempo me robaron un auto y me destruyeron los cables telefónicos de la casa. Antes de eso llaman a la casa y amenazan a mi hijo menor que si yo hablaba lo iban a matar. 

Pero tantas amenazas deben haber obedecido a algo, a algún tipo de información que usted conoció y no querían que divulgara.

- Aunque tú no lo creas, yo no sabía más que lo que te he contado. Pero me persiguieron por todos los frentes. Incluso, quedó plasmado en una causa que Nelson Ávila tenía graves problemas con el empresario Jorge Rabié, de Chillán. Y yo cuando niña estudié en un colegio donde estudiaron las niñas Rabié, pero no eran mis compañeras de curso ni mucho menos mis amigas. El señor Ávila consideró que a mí me habían mandado a dañarlo, causa que interpuso y que perdió porque no pudo demostrar el vínculo. Yo jamás fui amiga de esas personas.

¿Es ahí que se gesta esta denuncia en su contra por manipular a los menores y por ejercicio ilegal de la profesión? Porque finalmente, ese fue el argumento principal para desacreditar tus acusaciones de persecución y hostigamiento.

- Me hicieron un sumario interno, y como yo le regalé unos pantalones a un chico que estaba en la casa del Cura Jolo, me acusaron de comprar testimonios. Le llevé esos pantalones porque tengo hijos y él niño no tenía ropa. No fue una compra ni nada parecido como hicieron creer. Trataron de desacreditarme por todos lados. El señor Nelson Ávila iba a todos los canales a decir que yo había inducido a los niños a mentira. También la UDI a través de sus abogados. Y yo nunca hice algo así. La UDI me acusó de sedición con astucia y el señor Ávila de inducir un falso testimonio.

¿Fue lo más complejo que la acusaran de ejercicio ilegal de la profesión? Eso fue demostrado en una primera instancia con documentos firmados por usted.

- Ingresaron una serie de fotocopias de denuncias telefónicas que yo recibí en la línea 800 del Sename y ocho informes psicosociales del Sename donde yo firmaba como psicóloga. Esos informes fueron entregados por el carabinero Gonzalo Alveal Antonucci. Hacía que me siguieran, pinchó mi celular, mi correo electrónico y el teléfono de mi casa; y estoy segura que fue él mismo quien puso un pie de firma a los documentos en los cuales yo sólo ponía mi firma. Él le agregó un pie de firma que decía Psicóloga. En esa época yo estaba egresada en proceso de titulación, jamás habría hecho eso. Si alguien ve las fotos de las firmas se da cuenta que fueron adulteradas las fotocopias de recepción de denuncias, lo cual es un delito, es adulteración de instrumento público – misma letra fue sobrepuesta. Y ocuparon esa falsa documentación para acusarme.

¿Y en esa denuncia que rol jugó Delia del Gatto?

- Ella dijo que no me conocía y llevó a todas sus asesoras a declarar a la corte para decir lo mismo.

¿En algún momento de su carrera firmó o tomó alguna declaración?

- No, nunca. Sólo hice informes de denuncias hechas en el número 800, las cuales eran derivadas a la unidad jurídica. Estábamos contratadas para eso. Varias personas que trabajábamos en la línea telefónica. Teníamos que firmar con nuestro nombre cada llamada que recibíamos. Era el protocolo. Pero después esos documentos salían firmados como psicóloga coordinadora, y yo eso jamás lo hice. Es tan burdo lo que hicieron que me abrieron una causa por firmar documentos desde un año antes de que yo llegara al Sename. Yo llegue al Sename el 19 de enero de 1998. Además, la denuncia fue por delitos cometidos entre el año 1997 al 2000, y ya estaban prescritos. Es decir, no sólo eran falsos y manipulados sino además prescritos. La causa estaba a esas alturas con la jueza Eleonora Domínguez, y cuando solicito ver el expediente para revisar las firmas que se me adjudicaban, en reiteradas ocasiones nos niega la posibilidad de acceder a los informes. En el intertanto me llaman a declarar y me mandan al COF por falso testimonio. Estuve presa nueve días sin haber hecho nada, nueve días demoró el abogado en que la corte revirtiera esa medida y esos días estuve detenida siendo inocente. Salí en libertad el 30 de diciembre del año 2004.

Usted acusó a Gonzalo Alveal, el ex Carabinero que estuvo a cargo de la investigación, de haberla torturado, amedrentado y haber falsificado su firma en esos informes. ¿Qué fue lo que sucedió específicamente con el ex Carabinero?

- Es que me tocó ir a declarar una vez donde la jueza Domínguez y me sentaron en una silla de esas que se suben y se bajan con una palanca. La jueza me comienza a interrogar e insistía en que le dijera qué relación tenía yo con Sebastián Piñera. Ella insistía en que tenía que darle información de él. Y yo le dije que no lo conocía. Sólo por los diarios. Alguien entra a la sala y llama a la jueza. Le dice que si puede salir porque la llamaban. Quedó Alveal en el interrogatorio y ese hombre me comenzó a decir que le reconociera mi vínculo con Piñera. Y como yo no le decía nada. El señor se me acerca, toma la manilla de la silla y comienza a bajarla, me dejaba mi cara a la altura de su miembro y se me acercaba a un par de centímetro del rostro. Me gritaba, me decía que era delincuente, que no saldría nunca más de la cárcel, me ponía sus partes en el rostro mientras me gritaba. Cuando terminó el interrogatorio – vejatorio, humillante y abusivo – me mandaron a la cárcel tres días más. Luego de salir de la cárcel lo denuncié en Carabineros. Lo denuncié con Javiera Blanco, con el General Villalobos, al Sename e incluso con la jueza Domínguez. Nadie hizo nada.

¿Y por qué quiere hablar ahora?

- Me sorprendió mucho leer que Gonzalo Alveal Antonucci es hoy un funcionario de inteligencia de la élite, cuando es un canalla, un tipo que hizo mucho daño y que ha transitado con total impunidad. Yo no les creo nada a los abogados ni a la justicia chilena. Pero sí quiero contar la historia de la persecución que viví para que se conozca. Yo hice una Maestría en Derecho Penal y Criminalística aquí en México, actualmente soy Doctorante en el Doctorado de Criminología y criminalística. No puedo entender cómo este tipo canalla es un agente de inteligencia, si fabrica pruebas, miente.

- Gonzalo Alveal Antonucci fue el brazo armado psicopático que fabricó pruebas y cambió mi declaración. Delia del Gatto Reyes, Loreto Ditzel Lacoa, Nelson Ávila Contreras y Jovino Novoa Vásquez son todos culpables. La impunidad con que circulan estas personas es lo que más molesta, La jueza Viviana Toro jamás me interrogó por este tema de ejercicio ilegal, pero en su sentencia dice que me condena básicamente por mi declaración. El protocolo de Estambul, el Acuerdo de San José de Costa Rica, firmado y ratificado por Chile es invisible y desconocido para los poderosos jueces y ministros del poder Judicial de Chile. Gonzalo Abelardo Alveal Antonucci, fue el único que vio los vídeos que se perdieron, es posible inferir entonces, que él tenía en sus manos a los poderosos participantes de estas fiestas. Cuando le pregunté vía WhatsApp a este carabinero qué le había hecho yo para que me hiciera tanto daño me contesto con el salmo 23: "el señor es mi pastor y nada me faltará”.


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